La tinta que resistió a ratas y saqueos


Cuarenta hojas en letra manuscrita guardan las huellas de los primeros ensayos de Almafuerte al escribir el poema El misionero. "Decía Borges que, aunque no entendió una palabra del poema, pudo sentir la emoción de la poesía, y fue entonces cuando decidió ser poeta", recuerda Alejandro Vaccaro mientras sostiene aquellos folios del original, hallados junto a más de 2.000 manuscritos con firmas de la talla de Roberto Artl, Horacio Quiroga o Alfonsina Storni, y un poema inédito de Rubén Darío.
Esos papeles estuvieron durante años en una carpeta en el sótano de la Sade (Sociedad Argentina de Escritores) sin que nadie supiera de ella. Claro que en el mismo sótano había otras tantas carpetas, con otros muchos manuscritos, cartas, borradores, poemas, apuntes y notas de grandes firmas de la literatura argentina.

Allí, en la sala Leopoldo Marechal del edificio de la calle Uruguay de la Sade, su presidente, Vaccaro, recorre de una en una más de 30 carpetas-archivadores y saca los nuevos tesoros. Salen cartas, una enviada desde Montevideo y firmada por Esteban Echeverría en 1845, un manuscrito de Rubén Darío con el borrador, tachonado y corregido de La marcha triunfal, fechado en 1895. Aparece una esquela de agradecimiento de Marcelo de Alvear, fechada en 1924, y una carta de 1864 que José Hernández envió a su mujer bajo el encabezado de "Chinita querida", carta que cierra con la firma "Tu compañero Hernández". Hay además una serie de cartas de Domingo Faustino Sarmiento escritas en Nueva York en 1866, alguna de ellas en inglés; y un poema de Horacio Quiroga en su propia caligrafía.

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