Si los libros de papel se mueren, será muy despacio


ENTREVISTA

Paul Holdengraber es director de programas de la Biblioteca Pública de Nueva York.

Se define como «agitador de lectura».
-Sí. Cuando llegué a la biblioteca, hace cinco años, me pidieron que la oxigenara. «Ya sabes -me dijo el presidente-, tenemos dos leones ante el edificio. ¡Quiero que rujan!». Y me empeñé en que una institución con tanto peso, con 52 millones de libros, sirva a la gente para cambiar su vida.
-Desde entonces no es una biblioteca al uso.
-Porque invito a casi todo el mundo. En estos días a Angela Davis y Toni Morrison, a Keith Richards de los Rolling Stones... Y también han pasado por aquí escritores españoles como Javier Marías o Antonio Muñoz Molina.
-¿Son tertulias a lo grande?
-Lo que quiero es que la palabra cambie a la gente. ¡Tú no te puedes hacer cosquillas a ti mismo! Pasamos un tiempo infernal delante de un ordenador y necesitamos tener conversaciones de tú a tú donde se puedan palpar la ironía y las sutilezas.
-¿Más españoles han toreado en su ruedo?
-Ferran Adrià. Y disfrutó mucho. Lo único malo es que en esa ocasión me invitó a su restaurante y dos meses después ya no había restaurante.
-¿Son necesarios estos «happenings» para que las bibliotecas no mueran en la era digital?
-Es verdad que la gente ya no lee de la misma manera. Pero yo digo que el mundo digital y el de papel pueden vivir juntos. Y muy bien.




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